domingo, 10 de octubre de 2010

    El vuelo de la inteligencia.


"La función que he atribuido a la inteligencia parece fracasar con los sentimientos. Nadie elige su amor, ni su miedo, ni su alegría. Los sentimientos nos embargan, invaden, zarandean, ahogan, exaltan, no somos sus protagonistas sino sus víctimas o sus beneficiarios. Por eso, antes se llamaban 'pasiones', porque los sufríamos; y ahora se llaman 'afectos' por los mismo, porque nos afectan.
Sería inútil negar esta evidencia. Quiero estar alegre y me sumo en la tristeza. Desearía ser valiente y vivo acobardado. Si la inteligencia es la capacidad de suscitar y dirigir con los sentimientos esto no funciona. Más que dirigir, es dirigida. Está inerme frente a esos alborotos anímicos. A pesar de su claridad, lo que acabo de decir es tan sólo una media verdad. Es cierto que nuestra cultura ha separado el mundo afectivo del mundo intelectual. Ha puesto a un lado la cabeza y al otro el corazón. Pero también es cierto que ha dedicado muchos esfuerzos a intentar cambiar el estado de ánimo. La ebriedad poética y la ebriedad alcohólica, por ejemplo, lo intentan. El arte ha pretendido siempre alterar nuestras emociones, divertirnos, emocionarnos, asustarnos. La alegría, la tristeza, la furia, el miedo son el resultado consciente de un balance de nuestra situación. Nos informan de cómo van nuestros asuntos. Si nuestras metas están cumpliéndose, sentimos alegría. Si hemos perdido aquellos que nos hacía felices, sentimos tristeza o desesperación. Cuando encontramos un obstáculo, experimentamos furia y deseos de ir contra el impedimento. Así pues, los sentimientos balance nos informan acerca de nosotros mismos y de nuestra circunstancia, de nuestros triunfos o fracasos. Son un balance contable, podríamos decir, y, además, continuo. En cinco minutos de conversación con alguien se puede cambiar varias veces de sentimientos. Si la persona con la que hablo dice algo que me irrita, respondo violentamente, si mi interlocutor se siente herido, me arrepiento, le digo algo amable y me siento más tranquilo...
Así, a pesar de su aparente transparencia, los sentimientos resultan ser experiencias cifradas, como los mensajes de los espías, y podemos no saber lo que realmente estamos sintiendo. Esto nos parece disparatado. ¿Cómo no voy a saber si estoy enamorado, furioso, aterrado o melancólico? No se apresure. Una cosa es la claridad de la experiencia y otra muy distinta la claridad del significado de la experiencia."
(El vuelo de la inteligencia - Jose A.Marina)

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